Se trata de un geólogo y de una bióloga que, en virtud de haber sido becados por el Conicet para llevar adelante sus respectivos doctorados, tienen a su cargo ayudantías en el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
por Miguel Angel Rubini
El Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Igcyc-CIC) participó en la Campaña Antártica de Verano 2015-2016 en la Estación Científica Brown. Se trata de una base que desde 1951 se encuentra emplazada en las costas occidentales de la península antártica, dentro de la bahía Paraíso. Desde sus orígenes, cuenta con registros históricos de datos oceanográficos de gran importancia para la comprensión de los efectos del cambio climático sobre la dinámica de la mencionada bahía.
En 1984 el incendio de parte de sus instalaciones afectó la actividad científica y modificó el funcionamiento general, pasando a ser, en lugar de anual, una base de verano.
Frente a la necesidad de poner en valor el registro de datos históricos recolectados y su continuidad en el tiempo, en 2014 se pactó el convenio Igcyc-CIC / Instituto Antártico Argentino (IAA) por medio del cual se retomaron las distintas líneas de investigación en la bahía de forma multidisciplinaria. Cabe señalar que la proyección de los resultados de esta campaña no sólo son relevantes en el rol de investigaciones de la Universidad sino que también permitirán incrementar la difusión de la importancia del cuidado del medio ambiente y el alcance a la sociedad mediante charlas y material de divulgación general.
De la última campaña participaron dos marplatenses: Roberto Donna (25), quien luego de recibirse de geólogo en La Plata vino a trabajar al Instituto de Geología de Costas de la UNMdP en el que, becado por el Conicet, está realizando el doctorado y Rocío Fayo (31) licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien también lleva adelante estudios de post grado y se desempeña en el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario.
Un lugar difícil
Al ser consultado sobre la experiencia que le tocó vivir recientemente, Donna dijo a este medio que “viajamos a la Antártida en el marco de un convenio que el Instituto de Geología de Costas tiene con el Instituto Antártico Argentino que es el que regula las investigaciones que se llevan a cabo en la península austral. Lo hicimos como una suerte de técnicos para cumplir tareas de oceanografía en la estación científica ‘Brown’. Fue en la temporada de verano, que es cuando, por ser de día, se llevan a cabo tareas científicas por espacio de tres meses”.
Tras admitir que “la Antártida es un lugar difícil para vivir tanto por el frío que hace como por lo aislado que se está”, dijo que “al carecer de internet, un medio al que estamos muy acostumbrados para contactarnos con el mundo, uno se da cuenta de la importancia que tienen las comunicaciones. A través del teléfono satelital llamé muy seguido a mi familia para avisarle cómo me encontraba”.
“En general, para lo que teníamos que hacer, estábamos bien equipados. La Dirección Nacional del Antártico nos proveyó de camperas, y la Prefectura de trajes antiexposición que nos permitieron trabajar en el agua. Nos alimentamos adecuadamente y, pese a ser un lugar muy inhóspito, estuvimos cómodos. Me gustaría volver ya que hay muchas cosas científicas que uno se queda con ganas de realizar. Terminar con el proyecto requiere seguir yendo. Una de las mediciones que hicimos en cada uno de los pies de los 6 glaciares que hay en la bahía Paraíso fue la de la salinidad del agua en profundidad que permite saber cuánto se derriten los glaciares. Es importante seguir haciendo ese muestreo ya que da un indicio acerca de los efectos que el calentamiento global produce sobre los mismos”, afirmó.
Relevamiento de microalgas
Fayo, por su parte, expresó que “a nivel profesional fue una experiencia muy buena. Fuimos acompañados por Fabricio Oyarbide (41) quien también es de Mar del Plata y jefe científico del convenio. Hicimos un relevamiento tanto geológico y oceanográfico como biológico. Cada uno, desde su área específica, pudo aportar información acerca de cómo son las dinámicas. La estación Brown tiene un sistema de datos históricos que hay que continuar en el tiempo ya que como siempre se va en verano, la toma de muestras es muy corta. En mi caso particular, hice un relevamiento de microalgas. Los datos van a ser procesados en los laboratorios de la UNMdP una vez que lleguen a la ciudad las muestras que fueron trasladadas en barco al puerto de Buenos Aires. Al tener poca comunicación y ser un lugar inhóspito, es importante tanto la relación con el resto de las personas como el nivel de tolerancia. Si bien uno va con un objetivo científico, vivir ahí requiere de una logística que incluye la iluminación, calefacción y refrigeración para la comida. Fue una buena experiencia porque como grupo nos complementamos bien. Desde que salimos y hasta volver transcurrieron dos meses y medio con un interín de 15 días para el traslado, que contempló una estadía en otra base. En principio viajamos en el avión Hércules y luego hicimos traslados en barco. El “Canal de Beagle” fue el que nos llevó a destino. Regresamos en una de las naves rusas que compró el gobierno argentino (“Islas Malvinas”) que nos dejó en Carlini (la base en la que se hace puerto) y después volamos en el Hércules hasta el continente. Hay que seguir con las mediciones. Considero que fuimos muy afortunados al poder ir ya que contar con una plaza de investigación en lugares en los que se viven situaciones críticas y que a su vez son modelos muy interesantes desde lo científico y biológico es algo que hay que valorar muchísimo. Los datos que obtuvimos son supervaliosos”, concluyó.-